El año que viene tenía que decir que orientación iba a seguir, enseguida pensé en humanístico, básicamente porque para los números era pésima, odiaba la biología y me llevaba bastante bien con las letras.
Salir del colegio, caminar unas cuatro cuadras hasta casa, a veces acompañada y otras sola, llegar, avisarle a tus padres de que ya estabas en casa, prender la televisión por el simple echo de escuchar algo, caminar hasta tu cuarto, agarrar la guitarra y sentarse a tocar canciones un rato, estar así me alejaba del mundo, de los problemas, de todo. Caminar hacia la cocina, preparar la comida, comer y luego hacer algo "productivo" por la vida, escribir.
Quince años, ¿de que podía escribir? casi sin conciencia de que era el mundo, claro, aceptaba que había nacido en una sociedad totalmente rara, donde no existe la justicia, el respeto hacia el otro, donde los derechos se respetan muy poco y tal vez en una sociedad que tiene tantos problemas que muchos piensan que lo solucionan con la muerte.
Dos personas que me sacaban una sonrisa todos los días, si, mi ídolos, podría escribir sobre ellos pensé, si que mejor idea que imaginarme mi propia historia con ellos de protagonistas. Así empezó mi amor por la escritura, así empezó mi primer novela... "El poder del Amor".
Escribir... que era lo que me llamaba tanto la atención de esta actividad? tal vez era porque me permitía conectarme con mi interior? si, claro, era eso.
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Seguía escribiendo, mi adolescencia el café ya se había terminado, y mis hijos habían vuelto del colegio, guardé todo lo que había escrito y apagué la computadora.
Miraba a mi familia entrando por la puerta, estaba tan orgullosa de tenerlos, me sentía plena, una mujer pura, tenía todo lo que quería, el esposo ideal, la familia ideal.
CONTINUARÁ...
subí más...
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